sábado, 15 de agosto de 2020

Lagartija 'versus' culebra

 

Aprovechando que estamos en periodo estival, hacemos alguna escapadita por nuestro monte del Carrascal. Según caminamos saltan pequeños grillos y saltamontes, que sirven de alimento a muchos animales. Y correteando por el suelo bajo los árboles podemos ver un pequeño reptil pardo cobrizo (color muy llamativo en la zona basal de su cola) que si se le coge con la mano emite algunos chillidos, es la lagartija colilarga (Psammodromus algirus). Con un tamaño cabeza-tronco entre seis y ocho centímetros, a lo que hay que sumar la cola, puede alcanzar los veinte centímetros de longitud total. La presencia de una línea oscura dorsal a lo largo de su columna a nuestra colilarga se la clasifica dentro de la variedad o subespecie oriental. Los machos con cabeza más grande que las hembras y colas más largas, en época de celo presentan tonos anaranjados.

Prefiere encinares y pinares con matorral y sotobosque, que no estén «limpios»; aunque sus poblaciones no sean raras, sensible es a la ausencia de hojarasca y demás cobertura vegetal, así como a la fragmentación del bosque mediterráneo, que la afecta negativamente. Podemos considerarla como otro 'bioindicador' de la salud de nuestros montes. No sufre, en cambio, declive alguno con los incendios forestales, y su consiguiente recuperación natural, mientras haya la suficiente flora herbácea no inferior a los veinte centímetros de altura. Una cobertura vegetal, como ya he comentado, es vital para su supervivencia, por ello la agricultura intensiva moderna y mercantil como el auge de la urbanización e infraestructuras son sus mayores amenazas, sin olvidarnos del fraccionamiento de las masas forestales así como el abuso del desbrozado para evitar la posible propagación del fuego.

De hábitos diurnos, se muestran muy activas durante esta época veraniega y calurosa. Por las mañanas se solean en el suelo, cerca de matorrales, en dirección al sol. Son territoriales, aunque sus dominios vitales se solapan con los de otros ejemplares. Cazan activamente sus presas entre la masa vegetal. Se sirven del oído para capturar a los grillos y los saltamontes mencionados al principio. También consumen arañas, escarabajos, moscas, hormigas y cigarras, así como sus ninfas y larvas. Se distribuye por la práctica totalidad de la península ibérica —excepto la cornisa cántabro-pirenaica—, el sur de Francia y puntos del Magreb. No gustan de la alta montaña. Las hembras suelen rechazar a los machos pequeños para procrearse. Y, tras un mes después de la cópula, ponen entre 4 a 6 huevos enterrados.


La huida a la carrera es su estrategia ante los depredadores, los machos vigorosos prefieren recorrer distancias largas e, incluso, trepar a los árboles, en cambio los juveniles prefieren ocultarse entre la vegetación. Sus depredadores pueden ser serpientes como las culebras bastarda y de escalera, aves rapaces como los cernícalos y azores o mamíferos carnívoros como el zorro y la gineta. También el omnívoro jabalí se las come, y allí donde hay mucha población porcina —como en los cotos de caza mayor— esta lagartija es cada vez más rara. Se sirve de la vista y el oído para detectar a sus enemigos, incluso con el olfato puede presentir la presencia de las serpientes en sus guaridas, para tener activos tales sentidos necesitan estar con una temperatura corporal óptima. Por las noches, que están más frías, son más vulnerables y sus sentidos están atrofiados.

Al atardecer podemos ver pasar arrastrándose por los caminos otra figura alargada, una coronela. Pequeña culebra, no superior a los 70 centímetros de largo, poco amiga de exponerse directamente al sol y de hábitos nocturnos y crepusculares. Diferente a muchos reptiles que se calientan exponiéndose directamente a los rayos del sol, prefiere calentarse con el calor acumulado en el suelo y en las piedras, bajo las que pasa las horas diurnas. 'Tigmotermia' es el nombre especializado con el que se denomina a este tipo de absorción de calor ambiental por contacto; al contrario de la captación directa del sol, la 'heliotermia'.

Con un fondo de color grisáceo (algunos ejemplares son rojizos) salpicada de manchas negras con un diseño al tresbolillo o ajedrezado, una característica franja negra en la cabeza en forma de U y su conducta inofensiva para los humanos, son algunas de las características que identifican a nuestra culebra lisa meridional o coronela (Coronella girondica). La cola de los machos es una quinta parte de la longitud total y menor en las hembras. Se distribuye desde el norte de África hasta el centro de Italia, pasando por la península ibérica (con menor presencia en el norte) y el mediodía francés. Ovípara, con puestas entre 5-10 huevos alargados en verano. Aplasta la cabeza y bufa cuando es molestada pareciéndose a las víboras, pero es inofensiva. Suele ser presa de aves rapaces y otras grandes culebras.

Especie termófila que habita en zonas con cierta cobertura vegetal, de costumbres generalistas y vive donde abunden sus presas. Se refugia debajo de las piedras durante el día. Especie escasa, sus poblaciones no son densas. Está protegida por la Ley. Ausente en zonas de monocultivo. La destrucción de su hábitat para carreteras es uno de sus principales problemas; así como la problemática proliferación del jabalí en los cotos de caza y los incendios forestales.

Como es nocturna para mantenerse activa su temperatura corporal es menor que la de los reptiles de hábitos diurnos. Mientras la lagartija colilarga precisa de una temperatura corporal superior a los 30 ºC para mantener sus sentidos a pleno funcionamiento y así detectar todo a su alrededor, por la noche permanece inactiva, siendo presa fácil para esta serpiente, que se mantiene activa por debajo de estos treinta grados. Las lagartijas al estar activas de día pueden oler a las culebras ocultas, de noche están aletargadas no detectan la proximidad de este depredador. De ahí la especialización en la caza de pequeños saurios de este pequeño ofidio.

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